lunes, 18 de marzo de 2013

Aprendiendo a ser paciente y tolerante



Por @cats_caliope

Uno de los más grandes temores cuando me enteré que estaba embarazada era aprender a ser paciente y tolerante, yo nunca he sido paciente, mi yo perfeccionista me hace intolerante cuando las cosas no van como yo quiero o como había planeado.

Chistosamente la magia llegó a mi vida en uno de esos accidentes cósmicos, o sea en un evento no planeado, durante el embarazo me mentalice en aprender a ser paciente y tolerante, cuando nació la Pellusa, nada fue fácil, pero me llené de paciencia, y conste que mi niña tiene mal genio desde su día 0, pensé que esos primeros meses eran el mayor reto que podía tener, jaja cuan equivocada estaba, en la medida que crecen no se hace más fácil la labor no, se dificulta, porqué tu hijo desarrolla una personalidad y en muchos casos esa empieza a chocar con la tuya.


Pellusa ha crecido en junio ya va a cumplir 4 años, y su genio no cambió se podría decir que empeoró, es terriblemente independiente y por tanto voluntariosa, es malgeniada, perfeccionista, pierde la paciencia cuando las cosas no salen como ella quiere (les recuerda a alguien), si es mi retrato aumentado en carácter, y todo estalló éste año, se agudizaron las pataletas, los gritos, los llantos desgarrados y apareció la histeria, las escenas esas de novela con azote de puerta incluido y que creen, yo no fui paciente , recuerdo ese periodo y me siento como la peor madre del mundo y escribo éste post para decirle al mundo que me equivoqué. Durante un periodo de tiempo, no apliqué ni la paciencia ni la tolerancia con la persona que más amo en el universo, y me sentía y aún me siento fatal, yo misma me daba palmadas en la espalda autoaceptándome y diciendo, no es que la niña está fuera de control, sin saber que la que estaba fuera de control era yo, y lo que pasaba era simple, después de una pausa obligada de casi 4 meses volví a trabajar, trasladé el estrés del nuevo cargo a mi casa, y el cansancio me hacía ser intolerante con mi niña. Hace un mes hice un examen de conciencia y me di cuenta que mi actitud con Juliana no estaba bien, empecé a buscar calma y paz en mi interior, empecé a aplicar el amor en esos momentos de tormenta, empecé a pedirle abrazos y besos en medio de las pataletas, más de una vez recibí un manotón, pero ahora son muchas más las veces en que me abraza y en mis brazos acunada se calma, recuperé la capacidad de negociación, fui capaz de entender que si riega las dos cavas de juguetes en la sala y se va al cuarto a jugar con un avión de papel está bien, porqué es una niña pequeña a la que debo guiar, explicarle que debe recoger los juguetes pero eso sí no exigirle comportamientos de adulta, es que es tan inteligente que a veces me olvido que sólo tiene 3 años y 9 meses.

Mi caso confirma que la crianza con apego, la disciplina del amor sí funcionan y para bien, no voy a decirle que ya la pellusa es la niña más tranquila del mundo, no lo es y no lo será pero tiene una madre que día a día aprende a ser lo paciente y tolerante que su carácter necesita, yo no quiero a la niña más quieta del mundo, me quedo con mi huracán Juliana y procuraré cumplir con mi tarea de guía en su carrera por convertirse en un ser humano pleno y bueno.

jueves, 14 de marzo de 2013

Una vida nueva


Por: @morganadeleon


Sé que he tenido abandonado el blog, que hace mucho tiempo no escribo nada y que pareciera que olvidé este bello espacio. Pero no, no es así. La verdad es que mi vida dio un giro, no inesperado, pero sí muy brusco; un giro que tenía presupuestado para mi vida, pero no así.
Durante tres años trabajé como docente universitaria, una labor maravillosa, una responsabilidad con el futuro. Este trabajo me permitió compartir mucho tiempo con Martín, lo he visto crecer, no me perdí su primera palabra, no me perdí su primer paso.
Desde hace un mes y medio, mi forma de vida cambió, ya no fui más una madre soltera, Nelson y  yo, construimos en medio de una terrible tormenta, un hogar, nuestra familia tomó forma y Martín nos dio la mejor razón para hacer las cosas lo mejor que pudimos.
Hace un mes obtuve un nuevo trabajo, una bendición. Ese trabajo soñado, el que estaba esperando y llegó justo cuando más lo necesitaba. Esto no se trata de un salario, se trata de hacer eso que amas, eso que disfrutas haciendo.
Esto me llevó, sí o sí, a cambiar mis rutinas, mis hábitos, mis costumbres. Ya no puedo pasar tardes enteras jugando con Martín o dormir la siesta con él. Ahora paso pocas horas con él en las noches, aunque sea residente permanente en mi alma, mente y corazón. Todo el día en la oficina pienso en la hora de salir a ver y abrazar a mi pequeño hombre y, también para encontrar el refugio con el hombre con quien hoy comparto mis días y, espero compartirlos para siempre.
Esta nueva vida me ha llevado a desafiarme cada día, cada mañana es un reto nuevo, pero me siento plena, firme, simplemente soy feliz. Hoy sé que soy capaz de todo, de lograr lo que me proponga y de que el mundo me quedará pequeño porque me lo voy a comer entero, siempre con Martín de la mano.