miércoles, 26 de octubre de 2016

El amor le ganó a mi egoísmo.

Por: Carolina Cervantes

No todas las mujeres tiene el chip de la maternidad, eso está mas que claro. Algunas detestan a los niños, prefieren sus perfectos cuerpos de conejita Playboy, otras no se imaginan sin el empleo como gerente con el super sueldazo, algunas otras solo quieren viajar, estudiar, vivir experiencias inolvidables, conocer el mundo, y no las juzgo, porque eso mismo era lo que yo quería hacer. Yo juraba no tener el chip de la maternidad, resultó ser no se me había activado.

Tenía apenas 22 años, estaba en último año de comunicación social y periodismo en una universidad privada, mis notas eran perfectas, tenía pocos amigos, andaba en una depre terrible, que aún no me explico la razón, acababa de salir de una relación de casi 4 años y me gustaba alguien, ese alguien no vivía en Barranquilla, después de planear una escapada para celebrar su cumpleaños, nos encontramos en un punto medio. Yo nunca he sido de beber, casi no me gusta porque odio el guayabo, pero ese día me tomé hasta el agua del florero, cerveza, vino barato y yo no sé que más, compartimos con unos amigos mutuos, hablamos mucho, nos reímos y al final de la noche nos quedamos solos, y yo sola, casa sola, venga le digo, etc, etc, etc... No nos cuidamos (Yo sé, valgo... porque siempre lo había hecho). Al día siguiente pagué los $17.000 pesos peor gastados de mi vida, compré las dichosas Postday, que como ya todos saben no sirvieron para nada. Pasamos el finde juntos, todo bien, cada uno de vuelta a su realidad.

Él en su universidad, yo en la mía, todo normal. Llevaba meses con problemas en el ciclo menstrual, un mes si, el otro no, de manera que el retraso no se me había hecho raro. Ya había decidido ir a una ginecóloga a que me revisara y me dijo que antes de mandarme cualquier medicación debería hacerme unos exámenes de sangre, entre esos uno de embarazo. Recuerdo que era martes y estaba nublado, tenía que hacer un trabajo para la profe Miriam y me reuniría con unos compañeros después, pero antes iba a pasar al laboratorio para recoger los resultados, sin tener la menor idea de lo que pasaba, agarré los papeles y los iba leyendo mientras salía, no entendía nada, eran cosas de hormonas y eso, en la última hoja estaba el de embarazo, decía en mayúsculas POSITIVO, me detuve en esa palabra, la leía una y otra vez. Era como si me hubiera caído una piedra enorme en el pecho, no podía respirar y empecé a llorar, crucé la calle y me monté en la primera buseta que pasó, pasaban tantas cosas por mi cabeza... Para resumir el cuento, el chico en cuestión dijo que respondería -Inserte risas pregrabadas- mis papás me apoyaron porque me aman profundamente, terminé el semestre como pude, luchando con las nauseas vespertinas...

¿Qué de raro tiene mi historia? Nada la verdad. Una pelaita boba que no se cuidó, que metió la pata y que ahora tendría una responsabilidad PARA TODA LA VIDA. Y precisamente eran esas las palabras que me asustaban, el embarazo era apenas el comienzo de todo, yo quería irme a Argentina o a Bogotá a estudiar periodismo deportivo y fotografía, quería viajar, ir a Europa, quería enamorarme, comprar muchas cosas, ahora nada de eso seria posible y si en ese momento hubiera sabido que estaría sola en este camino de la maternidad, todo habría sido peor. Por esos días era un manojo de miedo, de incertidumbre, era el saber que literalmente no podía ni con mi propia vida, porque a pesar de los sueños, las buenas notas, la familia, los amigos, etc, me sentía vacía, me quería morir y suicidarme era una idea muy frecuente en mi cabeza (Nunca hablo de eso, la verdad no me gusta), ahora, una vida, la vida de mi hijo o hija dependería de mi y la verdad yo era la mata de la irresponsabilidad y el egoísmo, o por lo menos eso pensaba hasta el momento.

Una compañera de la universidad x con la que poco hablaba, se me acercó luego de clases y me preguntó: '¿Y lo vas a tener?', era la primera vez que esa idea llegaba a mi cabeza desde que me enteré que iba a ser mamá. Nunca, nunca, NUNCA contemplé el aborto dentro de mis posibilidades, más que por razones religiosas, no lo hacía por convicciones personales. Obvio, habría sido la salida fácil, en unos meses terminaría la universidad, buscaría una beca en Argentina, la vida seguiría como si nada y hoy seguramente estaría en FOX Sports hablando de la penosa eliminación de Junior en la Copa Sudamericana o tomando fotos para algún medio prestigioso. Yo nunca fui de esas mujeres que le gustaban los niños, de hecho me parecían inmamables, llorones, sucios, llenos de mocos y costosos, sobretodo costosos. Sí quería ser mamá, pero por allá a los 35 años cuando me hubiera cansado de vivir todo, pero no a los 22 años cuando la vida apenas me tenía preparado lo mejor.


Hace poco alguien en Twitter me preguntaba si en caso de que los médicos se hubieran dado cuenta de la discapacidad mi hija cuando estaba embarazada habría decidido abortar, y no, no lo habría hecho ¿Quién putas soy yo para quitarle la vida a un ser tan indefenso, sangre mi sangre, con mis genes, con mi vida?. Obvio, no es fácil ser su mamá, las enfermedades, las largas estancias en las clínicas, las convulsiones, etc... Pero ella me cambió, hizo de mi una mejor persona, por primera vez dejé de pensar en mi, en lo que yo quería, para pensar en lo qué era ideal para ella. Ahora una vida dependía de mi, eso suena aterrador, pero me siento tan invencible como Wonder Woman, y todo gracias al amor que siento por mi hija -eso sonó taaaan cursi-

Virginia Mayer en la crónica sobre su aborto -que pueden leer aquí- decía que lo hizo por ella, por su vida, por su salud: "Tengo conciencia de que manipulé el destino y apagué una vida, pero elegí la mía". leer esta frase me motivó a escribir este texto. Recordé mi embarazo, recordé como día a día veía como una vida crecía dentro de mi, reafirmé una vez mas que tomé la decisión correcta. Ser mamá es un acto de amor único, dejé mi vida a un lado y empecé a vivir para mi hija. El amor le ganó a mi egoísmo, no podía apagar una vida que apenas empezaba, simplemente no soy capaz.

Cada persona es libre de hacer lo que quiera, todo queda en la conciencia, en el karma, en el 'what goes around, comes around'... Me es difícil no juzgar a Virginia Mayer o a cualquier mujer que haya abortado, esa siempre debe ser la última opción, seguiré pensando que pudieron ser un poco más valientes y menos egoístas, que deberían tener un poco más de tetas y ovarios para afrontar algo así. Aunque debo reconocer que no cualquiera habla de algo tan delicado, no es fácil, punto para Virginia, pero bueno, son mis convicciones personales y lo que yo piense no hace la diferencia.

A las 6:00 PM saldré de la agencia, me montaré en una buseta llena, escuchando vallenatos a todo volumen porque perdí mis audífonos y cuando llegué a casa estará la mujer de mi vida esperándome, bella y sonriente como siempre, recordándome que somos fuertes, que el amor cura y que el egoísmo te puede matar.

viernes, 7 de octubre de 2016

Un florero personalizado en 5 sencillos pasos

Muchos tenemos en casa botellas de vidrio que no usamos o jarrones viejo que los guardamos porque no están muy presentables. ¿No te gustaría tener algo nuevo y distinto en casa, aprovechando esas botellas o jarrones en desuso?

El día de hoy te traemos la alternativa perfecta para que puedas tener un florero personalizados  a base de esos envases reciclados. Una opción ideal para decorar tu casa con algo distinto.

Si deseas hacer un regalo distinto, este florero personalizado también servirá para que puedas sorprender a una persona especial. Sin más preámbulo te dejamos esta interesante infografía. 

Link de la información: http://hanaflowers.com.pe/blog/5-pasos-para-hacer-un-florero-personalizado

Tomado de Haná Flowers