Por: Carolina Cervantes
Lo sé, tengo abandonado a mi blog, los últimos meses han
sido complicados, mi ánimo y mi estado de salud no han sido los mejores,
gracias a Dios Nana ha estado bien, la estadía en la clínica fue corta y eso es lo que me mantiene en pie.
Ayer una señora que no me conoce personalmente pero hace
mucho me sigue en redes, me escribió y como muchas otras personas a lo largo de
estos años que he tenido el blog, me hablan destacando que soy mamá de una niña
con necesidades especiales y que por el esfuerzo adicional que eso supone
sienten admiración por mi labor. En alguna entrada anterior lo dije, no me siento cómoda con ese
tipo de comentarios, no es que sea malagradecida ni mucho menos, es solo que
esa es mi vida, es mi labor, lo hago con todo el amor del mundo porque mi hija
se merece todo lo que hago y mucho más.
Es obvio que ser mamá de Mariana tiene sus días buenos y sus
días malos, días en que me provoca salir corriendo y dejar todo botado porque
literalmente no sé qué hacer y otros en que el miedo desaparece y las lágrimas
de tristeza mágicamente se convierten en lágrimas de felicidad cuando veo
alguno de los muchos logros que tiene Nana a diario, esos momentos hacen que
todo valga la pena y ahí es cuando me digo "No puedes huir, no debes tener
miedo, ella te necesita, ella es tu motor para ser feliz, estás haciendo las
cosas bien porque mientras ella sonría y te de besos babosos el resto del mundo
no debe importar".
Cuando tiene esos grandes avances en mi casa todo se
revoluciona y mis padres y yo corremos a abrazarla y a besarla, muchas veces
lloramos de felicidad y le damos gracias a Dios porque nos permite día a día
ser su guía en este camino que tiene tantas recompensas.
El miedo es uno de mis mayores limitantes como mamá, mi
cabeza empieza a maquinar, a suponer, empieza a creer en mil cosas que ni
siquiera han sucedido. El miedo a que se caiga, a que se vea discriminada por
otros niños, a que no se sienta aceptada, a que no pueda hacerle entender a los
demás lo que siente y lo que necesita, a que su percepción de si misma la haga
sentir menos, no sé, son mil cosas ... El miedo es mi peor enemigo.
Alguna vez hablaba con mi amiga @linarouge y me decía que
soy yo la que le pongo los límites, que Nana es una niña feliz y que me estoy
preocupando demasiado. Como siempre sus palabras fueron sabias y calmaron mis
dudas. Prometo olvidar el miedo y afrontar este desafío como lo he hecho hasta
ahora, con amor y fortaleza, eso es lo que Nana se merece y ella a cambio me
recompensa con su hermosa sonrisa.