sábado, 18 de mayo de 2013

Nicolás


2013. Tiene un año y medio. Desde que esta entre nosotros quise escribir para el.
Corretea al perro en su caminador, encuentra mi rostro en la oscuridad y balbucea 
para preguntarme si estoy con junto a el. Sentado en el piso ve como hormigas cargan el cadáver de una araña. Vuela conmigo y sus avioncitos de papel, despierta pensativo de alegría y lo primero que le entrega al día es su sonrisa.
Sueña los sueños de personas que, como yo; se quedaron sin sueños, recorre la casa sentado desde un carro amarilloazulado de bomberos que le regalo su abuelo.
Raya las paredes con crayón verde y con su mirada me dice que escribe historias y cuentos que se quedaron sin gente, baila con los tenedores y hace de las cucharas unas pequeñas baquetas para su batería imaginaria como mesa de comedor. 
Se baña sin pensar en el aseo, solo por jugar con sus amigos acuáticos y al final llora como quien se va sin quererse ir; quizá parecido al amor. Dice adiós  adiós a cualquiera que pasa por su vida, mete el dedo donde no tiene que meterlo, es amigo de los bontes de mi chaqueta de paño azul oscuro, se aplaude a si mismo aunque los demás no lo veamos. Caza un pedazo de mi vida cada mañana, todos los días.

Y me dice con besos cada noche antes de despedirnos, “nunca te vayas”.
El baila canciones como una licuadora, tiene la felicidad que me falta y el sin saberlo me da la paz que necesito. Hace gestos, risas, y tiene mañas para que lo complazcan.
Y cuando llueve tanto, es montarse en el vientre de mama que es mi caballito, para sonreir e irse a vivir a otro cuento. Le hago sonrisas a mama, para que sea feliz aveces es tan seria que parece que se fuera a morir.
…Y habla todos los días.

¿Te acuerdas que hace tiempos era mañana y yo estaba muy pequeño?.
Tomado del blog "Soy Andrómeda"

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