Por: @carocoop
Aunque todo comenzó hace casi dos años,
es la primera vez que me siento a reflexionar sobre el teletrabajo como parte
de mi vida. Creo que las cosas simplemente llegan y a veces se dan tan rápido
que uno no tiene tiempo para asimilar qué son, cómo son y de qué manera se
adaptan a nuestras rutinas.
Tengo 32 años, soy caleña, hija de
padres jóvenes y aventureros -vivieron en Estados Unidos y ahora en Canadá-,
hermana de un hombre más extranjero que colombiano -ha vivido fuera la mitad de
su vida-. Hace 9 años vine a Bogotá a
hacer mis prácticas profesionales. Aquí me enamoré, me casé, me separé y fui
madre. Con el amor con nombre propio, Alejandro, y mucha soledad en la ciudad,
decidí renunciar a un trabajo demandante e ingrato en una reconocida agencia de
comunicaciones para mudarme al campo mientras llegaban noticias de planes a
mediano plazo.
En lo que puedo ver como un “golpe de
suerte”, antes de mi renuncia me delegaron hacer el freepress de un evento organizado por Benetton, una importante
marca de ropa italiana. El evento fue un éxito gracias a mi gestión (cero modestia
al respecto) y la persona de esa compañía que estuvo presente fue nada más ni
nada menos que su Jefe de Comunicaciones para Latinoamérica. Contenta con mi
labor, me pidió mis datos con la promesa de contactarme pronto. Dos meses
después, en agosto de 2011, cumplió.
Trabajar con una persona que está en
Brasil, apoyada en una diseñadora que vive en Uruguay parecía imposible hace 10
años. Hacerlo desde una finca ubicada a 15 minutos de un pequeño municipio de
Cundinamarca suena difícil aún hoy en día. Y sí, fue un poco complicado al
principio por la falta de red inalámbrica. Pero después de algunos meses de
viajar a Zipaquirá todos los días a trabajar desde un computador alquilado,
conseguimos un buen servicio de internet que ha permitido que trabaje desde la
casa sin tener que gastar dinero en transporte, comida y horas de internet y,
sobre todo, me ha dado la oportunidad de estar cerca de mi niño, de verlo
crecer y ser realmente su mamá.
Aunque extraño compartir el día a día
con amigos y colegas de oficina y ya no tengo razones para invertir en ropa y
zapatos (lo cual me encantaba), no puedo decir más que cosas buenas sobre el
teletrabajo. En mi caso, me ha dado la oportunidad de no solo ser parte de una
multinacional, sino ir creciendo dentro de ella (lo que nunca ocurriría en el
lugar donde estaba): mi trabajo como Jefe de Prensa cruzó las fronteras
colombianas y llegó a Centroamérica y parte de la Región Andina; actualmente a
mis tareas de prensa se les unieron otras de publicidad y mercadeo, y ahora en
mi firma virtual se lee “Asistente Senior de Relaciones Públicas de Benetton
para Latinoamérica”.
Estoy segura de que esto no es para todo
el mundo. Hay personas para quienes salir del hábitat día a día es vital. Yo no
digo que sea un ser en perpetua hibernación, pero sí una madre que quiere estar
cerca de su hijo. La vida ha sido muy generosa conmigo y me ha permitido
estarlo, dándome además un trabajo que me gusta y por el que me pagan tan bien
que no necesito esperar que terceros con deberes y obligaciones, pero sin una
verdadera conciencia de la paternidad nos den un centavo. Alejandro tiene todo
lo que necesita y más porque puedo dárselo: comida, ropa, salud, recreación,
amor y tiempo.
Conozco perfectamente la diversidad de
estilos de vida de todos los colombianos -yo,
tan caleña y tan amante de la ciudad, nunca pensé vivir en la zona rural de
Cundinamarca. Y vea-. Sin embargo, veo que las condiciones laborales no son las
mismas de décadas atrás y la actualidad presenta al teletrabajo como una gran
opción para trabajar y para vivir. Yo, como madre soltera y como profesional,
lo recomiendo altamente, sobre todo a quienes como yo tienen hijos y quieren
estar con ellos. Con organización, amor por lo que se hace, una buena
distribución del tiempo –lo más complicado, pero poco a poco se logra- y si, un
empujoncito de buena suerte, es inevitable ver al teletrabajo como una
verdadera oportunidad de vida.
Tomado de la Revista Colombia Digital
No hay comentarios.:
Publicar un comentario