Por: @morganadeleon
Antes de ser mamá, tenía muy claro que mi
felicidad no dependía de nadie más, que el “amor” de otra persona,
evidentemente no iba a hacerme feliz.
Cuando llegaste a mi vida supe que mi
felicidad dependía de ti, que tú eres mi felicidad.
Ese olor dulce de tu piel, que aún llevo
prendido en mi nariz me hizo llorar de emoción pura, al recordarlo, vuelvo a
sentir la misma emoción y las lágrimas salen con la misma fuerza que en ese
momento.
Cada pequeña cosa que aprendes, con cada pequeño
detalle que me sorprendes cada día me llena de orgullo y felicidad porque me
doy cuenta de que mis esfuerzos dan frutos. Mi mayor satisfacción es ver tu
carita sonriente y un: “Mami, yo te amo”.
Estás creciendo muy rápido, quisiera que te
quedaras así para poder protegerte, cuidarte y tenerte a mi lado siempre, pero
claro, es inevitable y absurdo pensar en eso, pues sé que con cada una de las
metas que alcances me sentiré más feliz y orgullosa de ti.
¿Cómo no decir que tú eres mi felicidad? Es
imposible, con apenas 4 años eres muy sabio, sabes cuándo es preciso dar un
abrazo y un beso, cuándo esperar en silencio a la caricia de mamá, sabes
diferenciar las lágrimas de tristeza de las lágrimas de felicidad, esas que tú
y sólo tú me robas a diario.
Para mi cumpleaños, siempre me das el mejor
regalo. Verte disfrazado de rey, cuando apenas tenías 4 meses, me dio una
alegría inmensa; tus ojos grandes y negros ávidos por descubrir y explorar,
miraban alrededor los disfraces y colores del Halloween. Un año después,
vestido de perrito granjero y, dando tus primeros pasos, caminaste mucho y
llenaste tu primera calabaza, no cantabas, yo canté por ti. No tuve pena,
estaba orgullosa por tenerte de mi mano. Después fuiste un ratón, yo fui mamá
ratona, nuevamente, juntos caminamos. El año pasado, rugiste como un león. Este
año, ya no pude ponerte el disfraz que
yo quería, ya eres un niño grande, perfilas tus gustos y debo
respetarlos, fuiste el Capitán América. La sonrisa que se dibujó en tu linda
carita cuando tuviste tu disfraz, no se compara con nada.
Tal vez este ha sido el mejor de todos los
cumpleaños que he pasado a tu lado, sentí cosas inexplicables en el pecho,
tanto así, que sentía que se me iba a explotar el corazón. Escucharte cantar
por primera vez pidiendo dulces, mientras ibas de mi mano, ese fue el mejor
regalo que he recibido en mis 27 años, 5 de ellos a tu lado y sin lugar a
dudas, los más bellos, los más llenos de sentimiento, LOS MÁS FELICES.
Hijo, te amo como a nadie podré amar jamás.
También quiero darte besos y abrazos que nunca se acaben, esos que cada mañana
cuando recién te baño me pides. Sólo te quiero pedir algo, algo que te pido
cada día, JAMÁS sueltes mi mano, ten la certeza de que jamás te soltaré, nunca
te dejaré solo, pues sería la persona más infeliz del mundo.
Está bello el post, es un espejo para todas, porque ese amor que sentimos por los piojos es inmenso
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