Por: @morganadeleon
Afortunadamente, no soy de una generación de tabúes, ni cosas parecidas. Soy de la generación que llama a las cosas por su nombre y para la cual ya casi nada es un misterio.
Afortunadamente, no soy de una generación de tabúes, ni cosas parecidas. Soy de la generación que llama a las cosas por su nombre y para la cual ya casi nada es un misterio.
Digo afortunadamente, porque gracias a ello he disfrutado mi maternidad al máximo. No he tenido problema con vergüenzas o penas con mi hijo.
Soy firme creyente de que los padres deben enseñarles a sus hijos el cuidado sobre su cuerpo desde el ejemplo. Es decir, tomar baños juntos, explicarle cómo se llaman las partes de su cuerpo, para qué sirven y cómo los debe cuidar, nada de cuentos de la florecita y la abejita con el que pretendieron ‘tramarnos’ a nosotras.
Debemos decirles, en un lenguaje en el cual nos puedan entender, que los niños tienen pene y las niñas vagina, a partir de juegos y comparaciones, que los niños tengan la oportunidad de ver a su papá y a su mamá desnudos y le sea más fácil comprender el por qué de sus cuerpos.
La pregunta es: ¿desde cuándo puedo empezar a hacer eso?
Estoy convencida que desde el nacimiento mismo, ellos deben empezar a familiarizarse con esto, así cada etapa será más fácil de asumir, tanto para ellos, como para nosotros como padres.
He aplicado esto con mi hijo y él, con solo dos años, ya entiende las diferencias de las partes del cuerpo entre niños y niñas; sabe cómo cuidar todo su cuerpo y sabe cómo hacerse respetar.
Y lo mejor, no sólo radica en el autoconocimiento de las partes del cuerpo, lo realmente importante es que se genera un vínculo de confianza único; y hasta puede evitar tragedias. Un niño que conozca las partes de su cuerpo, sepa cuáles son sus funciones y entienda que nadie los debe vulnerar en su intimidad, será un niño a prueba de abusos, tendrá la seguridad suficiente para hablar con sus padres y denunciar cualquier eventualidad desagradable y traumática.
Además de lo anterior, será más fácil afrontar temas neurálgicos que vienen con el crecimiento como: de dónde vienen los niños, el desarrollo y cambios en la pubertad, las relaciones sexuales, las enfermedades de transmisión sexual, entre otros.
Ya hay que romper con la tradición de dejarle el tema de la educación sexual a la escuela, los mejores educadores somos nosotros, los padres. Es evidente que ese esquema fracasó, por eso hay cantidades de hijos indeseados y adolescentes con sueños truncados, porque no tienen la suficiente madurez para asumir el reto que un bebé supone.
No permita que sus miedos, tabúes y vergüenzas heredadas de sus padres le impidan tener una excelente relación con sus hijos. No siga repitiendo patrones y desnúdese frente a sus hijos, en todo el sentido de la palabra.
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