Lactar es mágico. Si, a través de nuestra leche la magia de la vida continua, se perpetúa en nuestros hijos. No imagino mi relación con Sara sin la lactancia. La leche, mi leche, ha sido el hilo conductor de una relación que se estableció segundos después de su nacimiento y que cada día que pasa se vuelve más grande, más fuerte, más clara; una relación que no necesita de las palabras, que se enriquece a punta de miradas, de sensaciones, de piel, de leche materna.
Lactar para nosotras ha sido realmente fácil, y por eso sé que somos afortunadas. No hemos tenido tropiezo alguno. Mi cuerpo se comporta como si hubiera dado de lactar toda la vida, como si fuera lo mejor que sabe hacer, como si Sara no fuera la primera bebe que alimenta. Mi princesa succiona de maravilla desde la 1era vez. Al principio se concentraba en su labor de mamar por algunos minutos, para luego caer dormida profundamente en mi regazo. Sus ojitos permanecían cerrados y su cuerpo quieto y tibio. Luego, comenzó a interactuar más conmigo y con el objeto de su deseo: la teta. Amé los momentos en los que parecía conversar con ella. Esas veces que la miraba fijamente, tratando de descifrar de alguna manera, la naturaleza de tan profunda relación.
Lactar a mi hija ha sido la experiencia más enriquecedora dentro de todo este nuevo mundo que vivo siendo mamá. Alimentar a mi hija con mi leche me ha hecho más paciente, más tranquila, más respetuosa, más segura. Me ha enseñado que la paz se encuentra en una mirada, que las mujeres somos poderosas, siempre y cuando estemos seguras de serlo. Que nuestra leche puede alimentar de amor a nuestros hijos y plagar de amor al mundo, si nos lo proponemos. Que la lactancia materna es más valiosa por los vínculos que construye, no solo entre madre e hijo, sino entre madres, entre padres, entre seres humanos. Me ha brindado la oportunidad de vivir una experiencia especial, única, que casi no se puede nombrar, porque solo se puede sentir. Me ha puesto en contacto con muchas mujeres como yo, con historias iguales, diferentes, parecidas. Me ha permitido ayudarlas, darles una voz de aliento en ese momento en que justo lo necesitaban. Me ha unido a todas las madres de este mundo que solo quieren e intentan a diario hacer lo mejor criando a su hijos. Me ha demostrado que la magia vive dentro de cada ser humano de maneras muy diferentes, y que vive dentro mí, alimentando a mi hija, llenándola de amor y de felicidad liquida todos los días.
Casi creía estar leyendome a mi misma. Precioso!!!
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