Por: @perenguena
Alguna vez
@tangersoto me regañó por un comentario que hice respecto a lo maluco que era
llorar en el trabajo, ella fue muy específica en que había que quitarse de la
cabeza eso de que llorar era para débiles.
No sé por qué
sus comentarios fueron lo primero que se me vino a la cabeza ese viernes que
Pipe me llamó al trabajo. Él no disfruta mucho hablando por teléfono, siempre
soy la que lo llamo, me saluda y se despide casi al mismo tiempo. Sin embargo
ese día fue él quien pidió llamarme.
Me contaron
que llegó llorando, se encerró en el cuarto sin dar explicación alguna y dijo
que solo quería hablar conmigo. Cuando hablé con él, me contó que su profesora
Julie se iba del jardín, me dijo casi ahogado por el llanto que la “amaba
demasiado” y que ella se iba a ir lejos de él y no la iba a ver “nunca más”.
Y lloramos,
él en la casa en medio de mimos y la preocupación colectiva de mis abuelos, y
yo en mi oficina, en medio de los cuchicheos de quienes me vieron por primera
vez llorar a moco tendido.
Por primera vez sentí que vendrían miles de cosas que habrían de romperle el
corazoncito, lloré por la impotencia que me producía sentirlo en ese estado sin
poder hacer nada, lloré al darme cuenta de que no iba a poder protegerlo de los
malos ratos y que no podría estar ahí para darle un abrazo en el momento
preciso en que lo necesitara, me dolió pensar que era su primera perdida y me
aterrorizó el pensar que de aquí a mañana tendría que consolarlo cuando tuviese
una perdida más grande, cuando muriera alguno de los que tanto amamos.
Lloré por todo eso o simplemente lloré de oírlo llorar, de decir “mami”
repetidamente entre lágrimas, lloré todas las cosas que me había tragado
durante estos años juntos y de todos los temores que me produce la maternidad y
que acallo con otras ocupaciones.
Es muy
importante no minimizar las emociones de nuestros niños, por ejemplo, un día cualquiera
a Pedrito se le murió su mascota, va a donde su mamá/papá llorando y este le responde “no llores, es solo un animalito”.
Probablemente para muchas personas sería una pérdida menor, sin embargo para el niño tiene un gran
impacto, así que la función de papá/mamá es estimular al niño para que exprese
cómo se siente, ayudarlo a reconocer que no está mal sentirse así y finalmente consolarlo.
Así que en medio de moqueos de mamá llorona, la única instrucción que
pude darle a mis abuelos fue que lo abrazaran calladitos y que lo dejaran
llorar su perdida.
eres sencillamente una mama, se nos hace imposible evitar el dolor de nuestros hijos y situaciones así nos hacen sentir desarmadas e impotentes, también nos hacen notar que crecen y que hay miles de factores que podrían lastimarlos, sin que podamos hacer nada mas que abrazarlos, amarlos y decirles AQUI ESTOY CONTIGO
ResponderBorrarQue bonito que lo compartas a veces por querer que los hijos no sufran la primera reacción es minimazar su perdida, pero tienes toda la razón, es cuestion de ponerse un poquito en los zapatos del niño y apoyarlo!
ResponderBorrarGracias nuevamente, un abrazo!!
Qué post tan conmovedor. En serio que es muy importante enseñarles a expresarse, tienes toda la razón... uno siempre tiende minimizar sus sentimientos diciendo "tranquilo, no es nada" Hay que apoyarlos.
ResponderBorrarey! muy bonito!!! :D
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