Hace tres
años, exactamente por esta misma época, me cambió la vida. No obtuve otro
trabajo, no me trasteé de casa, no me fui del país. Pero mi estado civil
regresó a la soltería, más no a la soledad. Nunca jamás. Supe que estaba
embarazada.
Ahora en
2013 celebro mi tercer Día de la Madre gracias a Alejandro, mi ángel protector.
El pequeño peliloquito de ojos maravillosos que hace mis días felices.
No puedo
negar que me da un poco de nostalgia sentir que mi tiempo ya no es mío, que
quisiera salir, pasear, hacer las cosas que hacía antes de Alejo. Y poder
dormir hasta que se me pare el ombligo y quedarme echada en la cama todo el
día. Pero analizando mi hoy, creo que es lo único que extraño.
Alejandro
da a mi existencia una verdadera razón de ser: abrir los ojos y ver los suyos
sonrientes, acompañados de un melodioso “hola mamá!”. Ya con eso mi vida tiene
sentido. Ser testigo de cada cosa que hace, de sus comportamientos, de sus
alegrías, hasta de sus berrinches me hace muy feliz. Ale es un niño sano,
amoroso e inteligente. Y payaso a morir!!! Las risas con él nunca faltan.
Acabamos
de volver a la pradera de unas geniales vacaciones en Cali y durante este
tiempo comprobé que es, además, el mejor compañero de viaje que podría tener.
Ale y yo
somos un gran equipo. Y doy gracias a la casualidad, a la causalidad, al
destino y a la vida misma por darme la gran tarea de ser su mamá.
FELIZ DÍA
PARA TODAS!!!!
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