Por: @carocoop
Con mi príncipe Alejandro, lo mejor de mi vida |
Puedo comenzar por decir que soy fiel creyente de que todo, TODO pasa por algo.
Hace 12 años y medio mi familia y yo nos fuimos del país, buscando mejores oportunidades. Yo no quise creer que pudiera encontrar algo mejor que Colombia y regresé sola. Desde entonces mi vida ha estado dedicada a buscar mil y una maneras de volver a salir... volver a estar con mi familia.
Regresé a mi Cali del alma, terminé mis estudios de Comunicación Social - Periodismo. Conocí muchísimas personas y a varias de ellas aún tengo el gusto de llamarlas "mis amigos". Vine a Bogotá a hacer la práctica de mis sueños y terminé convertida en relacionista pública, cosa que nunca pensé ser. Y también en esposa, cosa que sí quería ser, pero no a los 26 años.
Después de tres años juntos, el marido y yo decidimos separarnos. Una decisión profundamente dolorosa, pero, sin duda, la mejor. Sin embargo, y contrario a lo que un par de exenamorados quisieran, al partir cobijas descubrí que estaba embarazada. Y aquí retomo lo de "todo, TODO pasa por algo". Ser mamá era un sueño que tenía hacía años y para entonces veía (claramente) postergado, llegó cuando menos lo esperaba... y ha sido LO MEJOR que me ha pasado en mis tres décadas de vida.
Todo empezó el 19 de mayo de 2010, cuando en Cali y en compañía de mi mamá (a quien no veía desde hacía 7 años y que vino por aquello del divorcio) supe que tenía cinco semanitas de embarazo. Un ser minúsculo (no era más de medio centímetro de persona) estaba dentro de mí y me llenó de motivos y fuerzas para salir adelante en esa etapa tan dura de mi vida. Dos semanas después volví a verlo y pude oír su corazón por primera vez: claro, fuerte, constante. Y fue allí cuando mi pequeño fue bautizado Frijolit@.
Todo empezó el 19 de mayo de 2010, cuando en Cali y en compañía de mi mamá (a quien no veía desde hacía 7 años y que vino por aquello del divorcio) supe que tenía cinco semanitas de embarazo. Un ser minúsculo (no era más de medio centímetro de persona) estaba dentro de mí y me llenó de motivos y fuerzas para salir adelante en esa etapa tan dura de mi vida. Dos semanas después volví a verlo y pude oír su corazón por primera vez: claro, fuerte, constante. Y fue allí cuando mi pequeño fue bautizado Frijolit@.
Cada cita era una novedad. Cada mes, una cosa diferente. Frijolit@ era mi tema de conversación y mi razón para levantarme, ir a trabajar, estudiar; incluso empecé a ir a una psicoanalista para hablar abiertamente sobre mis sentimientos y pensamientos en esos momentos. Todo lo que dije que haría y nunca hice, Frijolit@ me llevó a hacer. Lo principal: cuidar mi salud. Comer bien, dormir bien y dejar del todo esa vida de excesos que podían haberme llevado al abismo justo ahí, cuando más sola estaba... o al menos así me sentía.
Ale con 33 semanas |
A mis 14 semanas de embarazo, un feto muy patiabierto dejó ver que era un niño y después de investigar, indagar y hasta hacer concursos de nombres en la oficina y con mis amigos, decidí que mi hijo se llamaría Alejandro. Siempre me ha gustado ese nombre. Tiene carácter. Pero fue especialmente su significado lo que me llevó a ponerle así a mi pequeño:
ALEJANDRO: DEFENSOR Y PROTECTOR DE HOMBRES
Eso ha sido mi hijo para mí: mi defensor, mi protector, mi polo a tierra.
14 de enero de 2011 - primera foto de Alejandro |
Ale ya tiene 8 meses y medio. Es un gordo lindo y sanito. Siendo tan chiquis ya se le ve picardía en sus inmensos ojos, así como amor hacia sus seres más cercanos. Ama a mamá, a papá, a su familia paterna (abuelos, tías y primos, quienes lo adoran y lo chocholean todo el tiempo). A mi familia (papás y hermano) no los conoce en vivo y en directo aún, pero estamos trabajando para que eso acabe pronto y sea posible que Ale goce a todita su familia.
De parche con mamá |
Más de esta historia en carocoopmama.blogspot.com
Que linda historia de amor!
ResponderBorrarAun estas con el papa de Alejandro?
ResponderBorrarNo. Cuando me di cuenta de que estaba embarazada recién nos habíamos separado. Y, sabia y afortunadamente, no hubo marcha atrás.
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