Por: @perenguena
Hace 11 días, me enviaron por DM la invitación a este blog. Tan pronto la vi, me enamoré de la idea. Sin embargo desde ese momento empecé a escribir mi presentación, con tan mala suerte que no lograba describir con palabras lo que para mi significó Pipe.
Hace 11 días, me enviaron por DM la invitación a este blog. Tan pronto la vi, me enamoré de la idea. Sin embargo desde ese momento empecé a escribir mi presentación, con tan mala suerte que no lograba describir con palabras lo que para mi significó Pipe.
Pipe ha traído a mi vida una serie de sentimientos contradictorios. No todo ha sido color de rosa. Me llegó la noticia que iba a ser mamá como un balde de agua fría, cuando tenía 17 años. Las opciones para “salir del embrollo” que me ofrecieron mis “amigas” no se hicieron esperar, sin embargo, desde muy pequeña mi papá (Q.E.P.D) me enseñó que todos los actos tienen consecuencias, y que era mi obligación asumirlas.
Así que a pesar de que nadie daba un peso por mí, decidí que iba a ser mamá, y que contra toda expectativa, cumpliría mi proyecto de vida a cabalidad.
En la universidad, quienes me conocieron, sabían que yo era lo más parecido a un hongo, pero un hongo mal de la cabeza.
Me veían sentada en algún escalón del K, leyéndole a Pipe (con 5 meses de gestación) las características del arte barroco o ensayando con él algún guion de un primitivo programa de radio.
Y de parcial en parcial, hace 3 años, 2 meses y 25 días, nació Andrés Felipe, un niño que le dio sentido a mi vida.
Lo maravilloso de Pipe es que es una personita completamente impresionante, con su corta edad, es todo un placer hablar con él, escucharlo argumentar, ver la expresión de su carita y el movimiento de sus manos cuando te explica que los rayos son “la nubes que se chocan”.
A veces me duele no estar el tiempo suficiente para disfrutarlo, sin embargo, cada noche en la que llego y se me cuelga al cuello a contarme sus choco-aventuras en el colegio, hace que todo valga la pena.
Con el cuasi-marido (su papá), hemos luchado hombro a hombro para darle lo mejor, y con conocimiento de causa puedo decir que lo estamos logrando.
Alguien me dijo una vez “Cómo es que usted tan joven terminó con un hijo”; lo único que puedo decirle es que terminar no es el verbo, yo hasta ahora estoy empezando.
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