Nadie me dijo que ser mamá era fácil ni difícil, no se valen consejos porque al final uno hace lo debe hacer sin más remedio que recurrir a la practicidad. Así es ser mamá. Con casi 9 meses de preparación sicológica y 19 meses criando un chicuelo aún aprendo cosas día a día.
El primer día dándole pecho es la odisea número uno: enfermeras guaches que no colaboran, un niño que no sabe cómo comer y yo apenas lidiando con un brazo disponible (el otro con una aguja y suero que me dolía más una cesárea encima). Igual, tocó utilizar cualquier clase de artimañas para que pudiera comer al final.
Odisea dos: cambio de pañal. Es más fácil de lo que parece, lo malo es que tuve que esperar como hasta el tercer día para poderlo cambiar ya que mis familiares estaban encarretadas con mi hijo y no podía ni cargarlo. Tenía ganas de cambiar a mi hijo por primera vez y esperar tanto tiempo me hizo sentir inútil esos primeros días de apoyo familiar. Ahora vendrá a odisea de enseñanza para ir al baño.
Odisea tres: cómo se baña un niño recién nacido. Parece que se fuera a partir, parece que se fuera a resbalar con el jabón. Así que puse mucho cuidado a la enfermera y de la misma manera lo hice en mi casa, por fortuna que observé bien, ya que nunca mi hijo sufrió un accidente.
Odisea cuatro: cortarle las uñitas y no lastimarlo en el intento. Esas manitas tan delicadas, esas uñitas de papel, cómo rayos no se lastima a un bebé. Pues con la paciencia del caso aprendí a ser muy cuidadosa, a cortar bien las uñas, a utilizar ese cortauñas con propiedad, con el feliz resultado que Eric sabe que en ese momento se debe quedar quietico.
Existen muchas otras odiseas por las que pasé y por las que hemos pasado toda madre. Estas son las que recuerdo puntualmente porque fueron los primeros días en los cuales Eric estuvo conmigo, donde aprendí a conocerlo y conocí mis capacidades como mamá. Seguiré disfrutando cada momento porque todos los días aprendo a serlo.
¿Y cuáles han sido sus odiseas?
Acá entre nos, yo nunca he sido capaz de cortarle las uñas a Pipe.
ResponderBorrarSus deditos todavía me parecen tan pequeñitos, tan frágiles que he tenido que pedirle el favor a mi abuela o a su papá para que lo haga.
Para mi ha sido una odisea peinar a Mariana, se mueve mucho y demoro un rato largo en hacer que se vea bien, y todo para que cuando lleguemos a la esquina el hermoso peinado ya no exista jejeje
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