Hola de nuevo, retomando el blog...
Debo ser total y
absolutamente sincera con ustedes, yo no conocí el término COLECHO, sino hasta
que me volví mamá tuitera, lo leí en un tuit o en una bio, no recuerdo bien, y
como buena tuitera googlee a ver qué carachos era eso, tampoco conocía el
Estivill como tal. Esto demuestra lo útil que es ésta red que hemos formado,
para intercambiar ideas y conocimientos.
Eso sí el hecho que
no conociera el término, no quiere decir que no lo practicara, con muchos
temores lo practiqué, se preguntarán porque los temores, les recuerdo yo soy
obesa, y el COLECHO no es recomendado en mi caso, sin embargo, aprendí a dormir
quietecita con tal de sentir a mi pellusa al lado, eso si ya más grandecita. De
recién nacida dormía en su corralito pegadito a mi cama, se despertaba le daba
su tética, se dormía y al corralito, allí dormía plácidamente.
Ya de un año,
empezó a levantarse en las noches, y yo la ponía a mi lado en la cama y así
dormíamos las dos junticas, ya después no quería dormir conmigo sino con Madre,
y allá también se iba a dormir. Desde noviembre del año pasado, cuando tenía 2
años y 5 meses empezó a dormir sola en su cuarto, (porque por salud yo debía
dormir en una cama más grande y las dos no cabían en el mismo cuarto) eso sí
con puerta abierta, al principio se pasaba casi todas las noches o a mi cama o
a la de Madre, a veces se despertaba llorando y de una la cogía la que primero
llegara y a colechar, y así seguimos hasta que llegó un día en el que durmió
toda la noche en su cuna, con una lamparita alumbrándole, después ella misma
pidió que le apagaran la lámpara, ahora que llegaron los calores duerme con la
puerta cerrada (ella alcanza a abrir la puerta sin problemas) porque tiene aire
acondicionado, duerme toda su noche tranquilita, muchas noches yo duermo con
ella, o en un colchón inflable a su lado para robarme el aire y además para
sentir a mi chiquitica cerquita de mi. Así fue el proceso de Pellusa para
dormir sola, sin presiones, sin torturas, sin casi lágrimas.
En mi caso debo
confesar que el COLECHO ha hecho, hace y hará parte de mi vida, siempre que me
acordaba, soñaba feo o tenía un dolor me iba a dormir a la cama de mis
abuelitos o a la de mi mamá, siendo ya una mujer adulta, incluso cuando vivía
en la Guajira y llegaba a la casa, prefería dormir con madre en su cama en el
cuarto que compartía con mi abue, para sentirme más en casita, a mi no me da
pena decir esto, al contrario me siento orgullosa de saber que madre sin leer
libros de crianza especializados, me crio bajo el instinto más natural el del
amor, cuidado y protección, y hoy en día soy una persona “normal”,
independiente, luchadora, y así es mi hija, ella es feliz libre, no pasa pegada
de mi o su abuela, es sociable, extrovertida e independiente.
Yo apoyo 100% el COLECHO
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