Por: @mamacitasblog
Una vez que el tema de la maternidad empieza a dar vueltas en tu cabeza o estás embarazada, las preguntas acerca de cómo serás cuando seas madre te asaltan. ¿Seré una madre justa? ¿Seré una madre liberal? ¿Seré una madre engreidora? ¿Seré una mamá gallina? ¿Seré una madre exigente? ¿Seré una madre divertida? ¿Cómo ser una madre feminista consecuente? (¡esta siempre fue particularmente relevante para mí!). En ocasiones estas preguntas nos dan vuelta incluso mucho antes de que pensemos seriamente en tener hijos. Quién de nosotros no ha considerado alguna vez a sus padres o madres como “cucufatos”, ha sentido algún castigo como injusto, o ha considerado que sus padres no los entendían. Quizás también en esas ocasiones pensaron: “yo nunca seré así cuando tenga hijos”.
Casi siempre la disyuntiva cuando uno va a tener hijos es o que no quieres ser como tus padres o que quieres ser parecido a ellos quizá en versión “más relajada”. Ellos son casi siempre los modelos. Todos somos marcados por nuestra crianza, el amor recibido, la relación que tuvieron nuestros padres entre ellos, las relaciones con hermanos y hermanas, entre otros temas. A pesar de ello, creo que esto no cien por ciento determinante en cómo serás de padre o madre, pues con esfuerzo uno puede ser diferente a lo que hubiera podido ser (por ejemplo, hijos de padres violentos no necesariamente son violentos).
Cuando tienes ese pequeño ser en tus brazos te das cuenta de la enorme responsabilidad que tienes y es ahí empiezas a entender y en cierta forma a respetar más a tus padres (o en algunos casos, los empiezas a perdonar).
Cuando nosotros decidimos empezar la aventura de ser padres un buen consejo que nos dieron amigos (padres y madres) fue que conversáramos sobre los valores y puntos básicos que adoptaríamos en la crianza de nuestro hijo o hija. Muchas cosas que puedes asumir como entendidas u obvias pueden no ser así y a veces es mejor que esas conversaciones se den pronto. En nuestro caso, la forma en que crecimos y los valores que nos inculcaron nuestras familias influyeron en estas conversaciones.
Nuestra hija recién tiene 7 meses, así que tenemos aún muchas conversaciones pendientes y potenciales desacuerdos, pero mientras tanto, en lo básico, mi pareja y yo estamos de acuerdo. Ambos tratamos de ser cuidadosos en no transmitir a nuestra hija las aspiraciones o frustraciones propias y dejar que ella vaya desarrollando su propia personalidad. La verdad, este proceso es bastante complicado y estamos recién iniciándonos en estas lides.
Para nosotros los puntos básicos incluyen:
Que sea una niña sociable y flexible. Siguiendo el consejo de una pareja de amigos, queremos que nuestra hija se adapte a nuestra vida y no nosotros a la de ella. Esto sobre todo porque vivimos fuera de nuestro país y somos nada más los tres (claro que tenemos amigos maravillosos y a mi hermano, que nos ayudan de vez en cuando), así que queremos tratar de seguir viviendo una vida “normal” con la nueva componente de nuestra pequeña familia. Es así que nuestra hija sale con nosotros a distintas horas; está acostumbrada a dormir con ruido, música o gente conversando; o se ha acostumbrado a tener amigos y amigas en la casa que en ocasiones se quedan con ella. Debo admitir que es muy fácil terminar siendo aprehensiva y yo hago un esfuerzo permanente y consciente por no serlo –y la verdad me cuesta–.
Una puede leer muchos libros sobre crianza o escuchar muchas opiniones y darse cuenta fácilmente que existen tantas teorías como temas en cuestión: cómo criar niños y niñas más independientes y seguros; que si dejar llorar al bebé o no dejarlo llorar porque le generará depresión de adulto; que si lo haces dormir solo o contigo; que si lo estimulas para gatear o dejas que todo fluya naturalmente; que si es bueno que vaya al nido desde pequeña o no y así muchas más. Sí, hay muchas teorías, opiniones y formas de criar niños y niñas, en su mayoría muy válidas. Hay cosas que funcionarán para algunas personas y para otras no. Incluso, hay cosas que funcionan en una misma pareja con un hijo o hija y no con el siguiente. Lo importante, desde mi poca experiencia de madre primeriza, es tener los temas cruciales conversados ya que muchos puntos de la crianza girarán alrededor de ellos. Por encima de todo, creo que es importante ser tolerante y abierta a las diferentes formas de crianza y no juzgar, pues hay muchas formas de ser feliz. Esa es una de las razones por la que nació este blog.
A nosotros nos agarró la paternidad y maternidad en los 30s. Creo que no somos padres más viejos, sino un poquito más maduros y vividos (bonita forma de ponerlo ¿no?). Hicimos muchas de las cosas que queríamos hacer antes de que naciera nuestra hija Isadora y eso ha hecho también que ella haya venido, como dice una amiga, cuando estábamos mejor preparados para recibirla (aunque la verdad, especialmente a las 3am, sintamos que no estamos del todo preparados). Al final lo que en realidad nosotros como pareja teníamos claro, clarísimo, es que queremos que nuestra hija sea una niña feliz. Y ella decidirá qué necesita para serlo, dentro del ambiente que le demos.
Y en cuanto a la pregunta de este post, si puedo ser aunque sea un poquito como fue mi madre pues me doy por satisfecha, porque yo tuve la mejor madre de todas.
* Mamacita residente
Madre primeriza de una niña de 7 meses. Trato de ser una madre relajada y a veces lo logro. Con la maternidad me he dado cuenta lo importante que es no juzgar, pues la gente es libre de tomar las decisiones sobre cómo criar a sus hijos…al final, todos estamos juntos en este camino
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